domingo, 28 de enero de 2007

Nacimiento

Sevilla es una de esas ciudades que, no sabes por qué, te gusta. Sí, es una ciudad que, lo quieras o no, te cala tan hondo que no puedes pasar sin ella. Aunque a mí, en general, no me gusta ningún sitio, ni siquiera Sevilla. Y la única razón es que, en general también, en todos los sitios suele haber gente. Más o menos gente, pero gente. Y no soporto a la gente, en general.

Pero, volviendo a lo de Sevilla, aquí fue donde yo nací. Era el año 1977, una fecha bastante tonta al fin y al cabo, el 29 de abril, un estigma que tendré que arrastrar toda mi vida, ya que siempre, lo quiera o no, mi cumpleaños cae justo durante la Feria de Abril de Sevilla. Si fuese por mí yo nunca celebraría mi cumpleaños (paso de celebraciones, pero de eso hablaré más adelante, si me acuerdo), el problema es que siempre hay gente (ya volvemos a lo mismo: la gente) que insiste en que me tengo que divertir el día de mi cumpleaños y que, consecuentemente, debo celebrarlo. Aparte del hecho de que para divertirme lo último que me apetece es estar con gente haciendo cosas que no me gustan como beber alcohol, lo que peor llevo es que, claro, una celebración el día 29 de abril en Sevilla sólo se puede hacer en un sitio: la Feria, lo cual convierte la fecha de mi cumpleaños en un auténtico coñazo.

Pero Sevilla es distinta a la mayoría de los demás sitios porque es de los pocos lugares que, aunque te pases el día sudando en verano y tiritando en invierno, cuando lo abandonas, lo echas de menos. Sí, o sea, no soporto la Feria y la Semana Santa me provoca nauseas (otro tema que tendré que retomar más tarde, si me acuerdo), el calor del verano me provoca sarpullidos y en invierno no sé cómo entrar en calor pero, es pasarme una semana fuera de Sevilla, y la morriña que me entra es de órdago. En serio. Estuve un año entero viviendo en Madrid (por motivos que explicaré luego, si me acuerdo) y lo pasé fatal. Bueno, Madrid es que, además, es una ciudad horrible. Sólo verla en postal ya da grima. Si tal vez el año me lo hubiese pasado en, no sé, Londres, seguramente hubiera sido menos traumático. El caso es que fue un año horrible. Nunca lo hubiese imaginado cuando vivía en Sevilla, sin apenas salir, pero es así, se echa mucho de menos esta ciudad. No me pregunten por qué pero es así.

Además, es increíble la cantidad de moscas que hay en esta ciudad. Vamos, que nadie diría que es una ciudad ideal para vivir, porque no lo es, pero se le coge cariño. Es de esas cosas en la vida que no entiendes, como cuando te duelen las muelas y te pasas el día tocándote y apretándote la cara a pesar de que con ello el dolor aumenta. El ejemplo es bastante lamentable pero ejemplifica mi idea: y es que supongo que somos seres sufridores por naturaleza.

Pero bueno, a lo que iba. Espero que mi tendencia a enrollarme con cosas que no vienen a cuento no sea la nota predominante en este diario. Nací en Sevilla en plena feria sin que nadie pidiese mi opinión al respecto y aquí pasé toda mi infancia.

Dicen que cuando nací era muy delgado, vamos, delgadísimo. La verdad es que no tengo mucho más que contar acerca de mi nacimiento.

sábado, 27 de enero de 2007

Introducción

Bienvenido. Otro blog más. Y van...

No se deje engañar, aunque parezca que la cosa empezó en 2007, este blog lleva diez años haciéndose, simplemente en esa fecha cambié los archivos a este nuevo soporte de blogspot.

En este caso estás en un blog-diario. Vamos, que lo que vas a encontrar aquí es ni más ni menos que la historia de mi aburrida vida. Aunque si de verdad te interesa lo que voy a contar, lo primero que querrás saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contar nada de eso.

Así empezaba una de mis novelas favoritas, “El guardián entre el centeno”, y me he permitido copiarlo simplemente porque no tenía ni idea de cómo empezar esta historia y me pareció que, si alguien lo había hecho tan bien antes que yo, qué coño, ahora está de moda eso de los homenajes, los guiños y demás excusas cuyo único fin es el de copiar cosas cuando uno no tiene ni idea de lo que escribir. Sin embargo, y a pesar de ello, yo sí voy a contar ese rollo de mi infancia, aunque supongo que antes de empezar he de hacer una advertencia: pasa al capítulo siguiente. Te aseguro que no te vas a perder nada. Una vez acabe de contar todo ese tremendo tostón que fue mi llegada al mundo empezará lo realmente interesante (bueno, si es que la historia de mi vida puede admitir ese calificativo). Pero bueno, el caso es que si quiero ser totalmente coherente con el relato he de empezar por el principio y, por más que me empeñe, el principio es sólo uno, y empieza en Sevilla.