domingo, 31 de mayo de 2015

It Follows

  Cuando todavía ando asimilando Mad Max: Furia en la Carretera voy y veo It Follows (cuatro veces ya), que no me ha noqueado tanto, pero casi.

  Una película de terror con una atmósfera cuidadísima y que con muy poco (2 millones de presupuesto siendo americana es muy muy poco) logra muchísimo.


  No como esas mierdas de remakes que ahora andan soltando los hermanos Raimi como contagiados por una terrible diarrea cinematográfica (la semana pasada vi Poltergeist y casi quemo el cine).

  El tono está tremendamente conseguido y sin recurrir a sustos vacíos (como bien hace el genio James Wan) consigue dar miedo. De verdad.

  Pero lo que me encanta de It Follows es el homenaje que hace al género de terror de los 70 y 80. Aquel cine, llamado slasher, puso de moda la idea de que el sexo era castigado con la muerte. En Halloween o en Viernes 13 era frecuente que los jóvenes que practicasen sexo fuesen después decapitados a manos (o armas) de un asesino. Y de ahí bebe directamente el argumento de esta cinta, para llevarlo al extremo y hacer de ello una especie de "crítica-homenaje-parodia".

  Pero ojo, esto no es Scream, esto es más inteligente. Y que conste que Scream ya me pareció muy inteligente.

  El homenaje de ésta va mucho más allá, convirtiéndose en una verdadera carta de amor al género: la protagonista, Jamie (¿Lee Curtis, la primera gran Scream Queen?) es una actualización postmoderna de aquellas reinas del grito. La atemporalidad de la cinta (muchos piensan que se ambienta en los 80... pero no, en la película hay móviles -aunque nadie los usa- y tablets -con forma de polveras) sirve para introducirnos en aquella época, a lo que contribuye quizá el recurso que más descaradamente hace de máquina del tiempo: la música.

  It Follows es una especie de sintetización argumental de casi todas aquellas películas (al que más pleitesía sin duda rinde es a Carpenter), desde Viernes 13 a La Matanza de Texas pasando por Pesadilla en Elm Street o Halloween... jóvenes siendo perseguidos por un ente que quiere asesinarlos. Se puede llamar Jason, Christine o Michael Meyers (o el más popular: Freddy), eso da igual, en esta película cambia de cara como si estuviésemos en 1982 saltando de una sala a otra en un multicines.

  Hay algunas referencias literales (a Carrie, a La Matanza de Texas, a Halloween...) pero son las menos, ya que el homenaje es mucho más amplio y global, es a todo un género, y por eso la película ya es considerada por muchos la película de terror definitiva (sólo hay que hacer un repaso a las críticas que andan circulando por ahí).

  No es casualidad que la maldición empiece en un cine (por cierto, que ése fue el cine donde tuvo lugar la premiere de Posesión Infernal, qué cosas, ¿eh?).


  Al margen de este pretendido homenaje a los slasher, la película habla de la adolescencia y hace uno de los mejores análisis del tema que he visto en un cine. 

  Retrata de forma eficaz a la vez que sutil todos los trastornos que esta edad conlleva (alimenticio, adicciones, etc) no es casual (por supuesto) que los monstruos que "te matan a polvos" sean siempre tus progenitores. Al chico lo mata su madre de un polvazo (¿alguien dijo complejo de Edipo?) y a ella su padre (hola, ¿Elektra?). Eso sí, cuando ella "mata" al padre, es decir, se desvincula de esos lazos psicoanalíticos con sus progenitores, es "liberada" de la maldición. 
  La adolescencia es una edad terrible, llena de amenazas, en la que uno quiere volver la infancia. Como bien explica el chico al principio. Y más allá: uno quiere volver a la placenta, al útero materno, como bien simboliza el agua en la película, a la que los "monstruos", las amenazas "invisibles", no se atreven a aventurarse y donde los personajes se sienten seguros, a salvo.

  Por otro lado, la relación de los adolescentes con sus padres (la madre de las chicas no existe, de hecho, nunca se le ve la cara con claridad) está magistralmente reflejada así como todos los aspectos de esa "maldición" llamada 'adolescencia'.