miércoles, 6 de julio de 2016

Indirectas

  Por favor, si quieres comunicar algo al espectador, hazlo siempre a través de indirectas

  Todo lo que se dice de forma explícita pierde poder, pierde magia. El espectador lo asimila y piensa "pues vale" y a otra cosa. Lo que se dice sin decir es mucho más poderoso porque no entra a través de los oídos ni de los ojos, entra a través del inconsciente. Y el poder de las cosas que se quedan en el inconsciente es infinitamente mayor, puesto que lo consciente se borra con el tiempo. Lo que se graba en el inconsciente es aquello con lo que después soñamos, con lo que después creamos. Es aquello que de pronto nos asalta sin que nos demos cuenta, aquellas cosas en las que pensamos de repente y no sabemos por qué. 

  Como cuando entras en un bar y tienen una canción puesta. A lo mejor ni has reparado en ella, ibas pensando en tus cosas, charlando, leyendo, mirando el móvil... si la canción se detiene y te dicen ¿qué sonaba? quizás no sabrías ni qué contestar. Pero la canción estaba ahí, sonando sin que la escuchases. Y, por alguna razón, vas conduciendo después de salir del bar y, de repente, te sorprendes tarareando esa canción. ¿Por qué coño tengo metida esta mierda de canción en la cabeza? Porque no la escuchabas con los oídos, sino con tu inconsciente, y eso se queda grabado lo quieras o no.

  En un guión, igual. Si quieres contar algo, decir algo, mostrar una idea, una enseñanza, una moraleja, un consejo o simplemente dar tu opinión, no la pongas literalmente en boca de nadie. Ni en un cartel de fondo, que te veo venir. Hazlo con indirectas.

  ¿Un ejemplo? Un ejemplo.

  OJO: SPOILERS ARE COMING

  En La Isla Mínima Alberto Rodríguez y Rafael Cobos usan una trama de thriller y misterio como tapadera para hablar de otra cosa. Para lanzar una "indirecta" al espectador. Te digo una cosa pero en realidad me estoy refiriendo a otra. 

  Veamos el final:


  En ella vemos a los dos detectives, uno a la derecha del coche y otro a la izquierda (ejem ejem). El caso ha terminado. La última frase de la película la dice Juan (Javier Gutiérrez) a Pedro (Raúl Arévalo) tras recibir comida de Jesús (Salva Reina) (ejem ejem esos nombres bíblicos también): 

"todo en orden, ¿no?" 

  En efecto, se marchan porque "todo ha quedado en orden". Pero nosotros (y Pedro) sabemos que no. Que, como la España de la época en que se desarrolla la acción, se ha hecho como que la situación se ha solucionado pero que ni los verdaderos culpables van a pagar por lo que han hecho ni en realidad mucho ha cambiado, salvo una limpieza de cara. Un "poner orden" que en realidad es más estético que real. Porque hay "intocables" que van a permanecer impunes. Ello tras una escena en que se rompen fotos que son la única prueba de delitos llevados a cabo durante el franquismo. Sí, ese franquismo cuyos lemas más claros los vemos en la película escritos sobre un edificio derruido... pero que sigue en pie a pesar de todo. Y, por supuesto, ese "todo en orden" que nos recuerda tanto, tanto, a ese caudillo del que no terminamos de librarnos así pasen cien años. 

  Como ves, todo, desde el nombre de los personajes a su posición respecto al coche, nos está contando cosas. Pero no de forma literal, no de forma explícita. Porque la película, en realidad, no va de política, va de una investigación policial. Va de policías, persecuciones, asesinos, tiros... ¿Verdad?




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